Celebro la realización del Festival Agustín Lara para que no se olvide a los grandes compositores, a los que han dejado huella en nuestro país, dijo emocionada la artista Astrid Hadad y agradeció a quienes hicieron posible este evento, como el Instituto Veracruzano de la Cultura (IVEC) y el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta), al ofrecer su espectáculo A gusto con Agustín, en una concurrida Sala Emilio Carballido del Teatro del Estado en Xalapa.
De la mano y voz potente de Astrid y con Omar Ortiz al piano conocimos un Lara celoso, temperamental, caprichoso, infiel, supersticioso, con un mal carácter y una genialidad suficiente para trascender en la memoria a 44 años de haber dejado este mundo. Cada una de sus interpretaciones en que la artista entregó su dedicación y energía fue precedida por una explicación o anécdota que hizo un espectáculo ameno, completo, lúdico e impresionante.
“Esa mujer es genial”, se escuchaba entre el público mientras presenciaba alguna pose, un gesto cómico en el rostro de Hadad, que ilustraba el contenido de las canciones interpretadas. Con esa teatralidad que la caracteriza, por ejemplo, con Veracruz en el piano, cambió de atuendo ante los asistentes: de pavorreal se transformó en una pintura hecha vestido, rematado en un brillante sombrero de charro.
“Hay canciones de Agustín Lara que yo cantaba antes, sin saber que eran suyas, como Sola, que sigue muy vigente en estos tiempos en que ya nadie tiene tiempo de nada. Mucha gente hoy se siente muy acompañada porque tiene Facebook, Twitter o Instagram, pero llega a su casa, se acuesta y se levanta sola”, indicó la cantante ante los medios, previo al espectáculo en que vimos una Astrid que, emulando ansiedad y hasta desesperación, no soltó el celular mientras cantaba el tema.
Diseñadora de su propio vestuario, la artista lleva cerca de tres décadas haciendo el trabajo por el que actualmente se le conoce: “inventé una forma de hacer espectáculos que ahora siguen muchas cantantes dentro y fuera de México; es una forma de hacer cabaret”.
Al respecto, adelantó que para su próxima estancia en París le pidieron dar una conferencia sobre su labor, de cuya idea original ella es autora y que realiza con su equipo, entre ellos el pintor Bruno Furiur, quien se hace cargo de lo artístico y le elabora elementos de su atuendo.
“Estudié Teatro y Música en Xalapa, aunque soy fugada de todas partes, menos de mí misma”, expresó Hadad al comentar que vivió en esta ciudad por espacio de un año, mucho tiempo atrás. “Ahora que salí y vi la neblina me entró una melancolía infinita. Además veo que Xalapa se sigue conservando como una ciudad muy cultural”.
Heavy nopal fue el nombre que se le puso a sus espectáculos, porque cantaba La Tequilera, una canción ranchera, como si fuera hard rock o heavy metal, “yo cantaba ranchero pero con la energía y la locura de una cantante de rock”.
En el espectáculo A gusto con Agustín se pudo ver un poco de eso en el tema Rascayú, adaptación de una canción de los años 50 que fue prohibida en España, porque creyeron que aludía a Franco. “Yo la recuperé y le metí otras cosas, me fusilé el Dúo de gatos de Rossini y le puse el Bella ciao que cantaban los partisanos italianos en la Segunda Guerra Mundial.
Esta vez no traje todo mi show, pero aquí tienen su Lady Gaga de nixtamal”, agregó al final del espectáculo sobre su catálogo que muestra 20 de sus 250 vestuarios. Lo que nos distingue a los artistas independientes es que hacen siempre lo que quieren, al margen de los recursos. En el caso de Astrid, la ejecución de sus proyectos es “con mucho amor e imaginación, y sobre todo, muchas ganas.”